PROCESO DE ELABORACIÓN

Este proceso de fabricación comienza con la recolección del barro proveniente de diferentes minas, se mezcla con agua y se amasa hasta dejarla lista para ser moldeada.

Los artesanos utilizan un torno o un molde para darle forma al producto, después lo dejan secar de 12 a 20 días para poder iniciar la primera quema en un horno cerámico a 1,200° C. Cuando el producto sale de la primera quema, es conocido como “jahuete”. Cuando las piezas se enfrían, se continúa el proceso de esmaltado en color blanco, para dar paso a la decoración manual. El último paso es regresar las piezas artesanales al horno para una segunda quema, donde adquieren toda su resistencia y brillo característico.

El proceso artesanal no sólo se queda en su fabricación, muchas de las herramientas que utilizan, como los pinceles y los pigmentos, son hechos por los propios artesanos con ayuda de madera y pelos de la cola de un caballo.

CADENA DE VALOR

Ser alfarero y vender artesanías mexicanas no sólo representa un oficio, es una cadena que beneficia al artesano, su familia y parte de su comunidad, además permite aprender un oficio muy antiguo, generar fuentes de empleo locales y desarrollar la economía local. En muchos casos las personas tenían que migrar a Estados Unidos por falta de trabajo, ahora encuentran una fuente de ingreso en los  talleres artesanales que les permiten solventar sus gastos familiares.

A pesar de que la cerámica artesanal fabricada en México ha alcanzado un reconocimiento internacional, muchas veces los ingresos son bajos y siempre deben buscar nuevos mercados. Es por esto que con orgullo debemos apoyar las artesanías hechas en México.

Al adquirir una pieza de cerámica artesanal contribuyes al comercio justo y al respeto por su trabajo, además de ayudarnos a preservar las técnicas, tradiciones y la identidad de cada comunidad.